"Renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos con sensatez, justicia y piedad en el siglo presente" (Epístola de San Pablo a Tito 2, 12). La Templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. La Templanza asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad.
La virtud de la Fortaleza supone no aceptar lo que nos ocurre de un modo pasivo, si no con deseos de sacar siempre algo bueno de cualquier situación, por difícil que sea. Para ejercer la Fortaleza se requiere de iniciativa, decisión, voluntad para llevar a cabo lo decidido, y perseverancia, aunque cueste un esfuerzo importante.