Nuestro modelo de gestión.

Del Carácter Propio de los Colegios Diocesanos de la Diócesis de Valencia.

La entidad titular realiza la gestión del colegio con el apoyo de la Fundación San Vicente Mártir de Colegios Diocesanos, entidad creada por el Arzobispado de Valencia de acuerdo con los principios del derecho canónico, con la misión de unificar la acción educadora a través de una pedagogía y pastoral educativa basada en los principios de la doctrina católica.

La gestión y organización de los Colegios Diocesanos se realiza de acuerdo con lo establecido en la legislación vigente en cada momento. Para su dirección, el centro cuenta con el apoyo y asesoramiento de las reuniones que se establecen para cada colectivo desde la Fundación, con la formación específica, así como con las herramientas creadas para la dirección, gestión y evaluación de los centros.

La organización y funcionamiento del centro está prevista en el Reglamento de Régimen Interior del mismo, que, elaborado de acuerdo con el Carácter Propio de los Colegios Diocesanos, garantiza la adecuada coordinación de todos los estamentos y personas que intervienen en la acción educativa. El Consejo Escolar, como máximo órgano de participación de toda la comunidad educativa del Centro, promoverá el desarrollo del proyecto educativo, favoreciendo la integración del colegio en el entorno social y eclesial.

 

La Comunidad Educativa.

Del Carácter Propio de los Colegios Diocesanos de la Diócesis de Valencia.

Forman parte de la Escuela-Comunidad todos los que están en misión compartida directamente en ella: Arzobispado-Fundación San Vicente Mártir, párroco, titular, equipo directivo, profesores, personal de administración y servicios, los padres como máximos responsables de la educación de sus hijos, y los alumnos, verdaderos protagonistas y sujetos activos del proceso educativo.

1. Representante de la Entidad Titular.

La persona que ostenta la titularidad del centro es el responsable último del funcionamiento del mismo, ante la Iglesia y la sociedad, y asume la representación del mismo.

  • Tiene como misión fundamental dar a conocer el carácter propio del centro y velar por su cumplimiento, haciendo partícipes del mismo a todos los miembros de la comunidad educativa.
  • En comunión con la dirección, es el responsable último de la programación y de la ejecución del Plan de Pastoral, y debe velar para que en el colegio se ofrezcan cauces de formación, vivencia y orientación cristiana a todos los estamentos educativos, procurando que los mismos participen de las tareas pastorales de la Parroquia.
  • Dirige a la comunidad educativa promoviendo el conocimiento y la interpretación del carácter propio del colegio, impulsando el buen funcionamiento de los órganos unipersonales y colegiados, desde el respeto a las funciones propias de cada uno.
  • A él le corresponde el nombramiento, la supervisión, la contratación del personal según las necesidades del centro y de acuerdo con la legislación vigente.
  • Debe procurar, mantener y promover relaciones con todos los estamentos de la comunidad educativa.
  • Ostenta la titularidad empresarial del centro, cumpliendo y haciendo cumplir la legislación vigente.

2. Profesores.

Las familias y la Iglesia confían a los profesores, como personas y como comunidad, la tarea educativa en la escuela. Ellos, con su acción y testimonio, han de favorecer la verdadera educación integral de los alumnos de acuerdo con nuestra antropología, con Jesucristo como modelo de persona. Por ello, la selección del profesorado de los Colegios Diocesanos se debe realizar teniendo en cuenta criterios de profesionalidad y de aceptación y compromiso con el ideario católico del centro.

El profesor de un Colegio Diocesano está llamado a:

  • Mantenerse fiel a su designio, enviado por la Iglesia y al servicio de la Diócesis, para cooperar en la educación de la persona en todas sus dimensiones. El profesorado debe mantener un clima de formación permanente en los ámbitos pedagógico y religioso para poder desempeñar esta importante misión.
  • Actuar en el día a día con competencia, entrega y testimonio, siendo fiel testigo del carácter propio del centro.
  • Sentirse directamente implicado en la elaboración, ejecución y evaluación del proyecto educativo.
  • Reconocer en cada alumno una persona única que merece todo su cuidado, evitando cualquier tipo de discriminación, comparación, ya que todos y cada uno tienen la dignidad de criaturas de Dios.
  • Ser cauce de la relación entre el colegio y los padres, mediante una actitud cercana, accesible, frecuente y en comunión, como colaboradores que comparten la misión educativa.
  • Favorecer un clima de fraternidad y diálogo, trabajando en comunión, manteniendo la unidad de criterios necesaria para dar coherencia y continuidad a la labor educativa.
  • Participar en los proyectos y acciones propuestas desde la Fundación San Vicente Mártir, en la medida que favorezcan, refuercen, ayuden a un mejor desempeño de su misión y de la del centro.
  • Tener disponibilidad para participar de forma activa en los órganos de gobierno del centro, tanto en los unipersonales como en los colegiados, en función de sus capacidades y de acuerdo con su identidad cristiana.
  • Acompañar la integración de los alumnos en la comunidad parroquial.

3. Padres.

Los padres son los principales responsables de la educación de sus hijos. Tienen como misión velar por su cuidado y educación (Familiaris Consortio). En esta difícil tarea no están solos, y para ser ayudados eligen el colegio buscando un tipo de educación coherente con sus convicciones. Por ello, al matricular a su hijo en un Colegio Diocesano, tiene derecho a exigir una educación cristiana, esto es, que el colegio favorezca que los niños y jóvenes se descubran como hijos de Dios y experimenten su amor.

Los padres, con su conducta diaria y testimonio, deben favorecer la verdadera educación integral de sus hijos proponiéndoles a Jesucristo como Camino, Verdad y Vida.

Los padres tienen el derecho y el deber primordial e inalienable de educar a sus hijos y encuentran en el Colegio Diocesano una ayuda indispensable para cumplir con este derecho y este deber.

Para ello, los padres:

  • Deben reconocer, respetar y apoyar la labor diaria del personal del centro con sus hijos, en todos los ámbitos.
  • Tienen el derecho y el deber de participar en la comunidad educativa y el colegio los acompañará en la educación de sus hijos, y facilitará que los padres reciban información-formación que les ayude en la importante misión de educar a sus hijos.
  • Los padres y el centro mantendrán estrecho contacto, tendrán una relación de diálogo y respeto mutuo para educar en comunión a los niños y jóvenes. Acudirán al centro siempre que se les requiera, y de igual modo, serán atendidos cuando lo soliciten.
  • Tendrán disponibilidad y generosidad para participar de forma activa en los órganos colegiados del centro, asumiendo el compromiso en la escuela como una dimensión propia de su vocación a la educación de sus hijos.
  • Como miembros de la comunidad educativa, estarán abiertos a colaborar en todas aquellas actividades que el centro proponga para el mejor desarrollo de sus hijos, y también podrán proponer otras.
  • Deberán acompañar la puesta en práctica del carácter propio, y solicitar, en su caso, que se lleve a cabo en todas las realidades en que este carácter se concreta.

4. Alumnos.

El alumno matriculado en un colegio diocesano tiene derecho a ser evangelizado, y a la vez es instrumento de evangelización para los demás, tanto dentro de la escuela como en los otros ámbitos en los que se desenvuelve.

Educar a la persona incluye no sólo la formación intelectual, muy importante en nuestro ámbito educativo, sino la apertura del ser a la trascendencia que llena su vida de verdadero sentido.

Por ello, consideramos que:

  • Los alumnos son agentes activos de su propia educación, pues son los principales protagonistas de su proceso educativo.
  • Los alumnos son miembros de una familia, contexto indispensable para que su educación abarque íntegramente las personas y las oriente hacia el amor.
  • Debemos crear para ellos un clima de trabajo, participación, responsabilidad, respeto, esfuerzo, confianza y alegría que favorezca el crecimiento del alumno como persona.
  • Los alumnos crearán y mantendrán un ambiente que favorezca la convivencia entre los miembros de la comunidad educativa, evitando cualquier tipo de discriminación, violencia, acoso o persecución.
  • El centro debe fomentar la participación de los alumnos en las actividades formativas, lúdicas y pastorales que se propongan impulsando la vinculación del alumno en la comunidad parroquial.
  • El colegio facilitará la vinculación al centro de los antiguos alumnos.

5. Personal de Administración y Servicios.

El personal no docente tiene una importante misión como miembro de la comunidad educativa, colaborando en el buen funcionamiento del centro con su dedicación y actitudes personales.

Para ello:

  • Su selección se efectuará con idénticos criterios de profesionalidad y compromiso con el ideario católico que el resto del personal del centro.
  • Se respetarán de una manera plena sus derechos y deberes como trabajadores y personas, así como el sentido activo de su contribución al bien común educativo del colegio.
  • Deben participar en la acción educadora.
  • Se les motivará para su formación en los ámbitos profesional, personal y cristiano.
  • Tendrán disponibilidad para participar de forma activa en los órganos de gobierno del centro en función de sus capacidades, de acuerdo con su identidad cristiana.