La prudencia es una virtud cardinal que está relacionada con la inteligencia cuando se orienta hacia las acciones que buscan el amor y el bien.

“Las tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu, vida y paz” (Rm 8, 6).

Así, la prudencia se diferencia de la astucia porque, mientras la astucia recurre a la inteligencia para conseguir unos fines egoístas, la prudencia está al servicio del amor, que es todo lo contrario al egoísmo. 

“La verdadera prudencia es la que permanece atenta a las insinuaciones de Dios y, en esa vigilante escucha, recibe en el alma promesas y realidades de salvación” (San José María Escrivá de Balaguer).

Oremos.

Santísima Virgen María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en el incremento y perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares a la que padecemos en la actualidad.

Ruega a Dios por nosotros. 

Amén.

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