A diferencia de las otras virtudes cardinales, la Justicia sólo puede darse en las relaciones sociales, ya que sólo con otros se puede ser justo o injusto. El hombre justo es el que se preocupa por el otro, y tiene voluntad de dar a cada uno lo suyo y de no dañar a ninguno. El hombre justo es el que trata bien a los demás, contribuyendo a su dignidad y respetando sus derechos.

Por tanto, no podemos ser colaboradores de las injusticias que perjudican a la sociedad y sobre todo, cuando perjudican a los más débiles.

“La justicia es principio fundamental de la existencia y coexistencia de los hombres, como asimismo de las comunidades humanas, de las sociedades y los pueblos” (San Juan Pablo II, papa).

También en la familia, pequeña célula de la sociedad, hemos de procurar el bien con justicia, hacia dentro y hacia fuera de nuestro entorno. Hemos de procurar vivir la virtud de la justicia y practicarla en todas nuestras decisiones. Sobre todo, en este mundo tan injusto que aboga porque cada uno haga lo que quiera, cuando quiera y como quiera, sin importarle las consecuencias que eso tenga sobre los demás.

Oremos.

Dios te salve María, 
llena eres de gracia, 
el Señor es contigo. 
Bendita tú eres 
entre todas las mujeres, 
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. 
Santa María, Madre de Dios, 
ruega por nosotros, pecadores, 
ahora y en la hora de nuestra muerte. 
Amén. 

Que tengáis un buen día.

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