La Fortaleza es la virtud más propia de los adolescentes y de los jóvenes porque, por naturaleza, son personas de grandes ideales que quieren cambiar el mundo. Por eso, en el ámbito educativo, es importante que padres y docentes propongan cauces buenos para esas inquietudes, con fines adecuados y con criterios rectos y verdaderos. De lo contrario, esa misma energía que les impulsa puede dirigirlos hacia la destrucción de todo lo positivo que hemos sembrado.
Ejercitar la virtud de la Fortaleza, encaminando la propia voluntad hacia el bien, se puede hacer por medios muy sencillos: acabar las tareas del colegio, cumplir con un tiempo de estudio, asumir responsabilidades en casa, soportar un dolor o molestia, establecer algunas rutinas y ser constante en ellas, etc. Y, todo ello, respaldado con nuestra valoración positiva y el reconocimiento de su interés y sus esfuerzos para que, también ellos mismos, desarrollen una motivación interna: la satisfacción de las cosas bien hechas, la alegría del deber cumplido.
“Para alcanzar tal fortaleza, el hombre debe estar sostenido por un gran amor a la verdad y al bien a que se entrega. La virtud de la fortaleza camina al mismo paso que la capacidad de sacrificarse” (San Juan Pablo II).
Oremos
Dios te salve María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo.
Bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Que tengáis un buen día.
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