Cristo te acompaña, ¡está vivo!
Llevamos más de cincuenta días de confinamiento. Jesús, el hijo de María, el Hijo de Dios, ¡ha resucitado!, ¡está vivo! y nos acompaña. No estamos solos en esta travesía del confinamiento. Pero…
- ¿Es este un refugio de consolación?
- ¿Es un modo de encerrarnos en algo que no podemos demostrar?
Las santas mujeres de la Escritura se encontraron con el Resucitado: era Jesús, estaba vivo, pero diferente a lo que estaban acostumbradas, tenía los signos de los clavos, pero estaba vivo. Y empezaron a contarlo con tal fuerza, con tal realismo, con tal entusiasmo, que llamaba la atención. Algo nuevo estaba aconteciendo, algo nuevo se daba en sus propias vidas, algo nuevo se había puesto en marcha. Todo ello se verificaba en actitudes diferentes, en respuestas diferentes a las vicisitudes de la vida ordinaria. Lo que antes era imposible, doloroso, triste o egoísta, ahora se vuelve esperanzador y abierto a una relación nueva. Era como haber nacido de nuevo.
Tenéis la reflexión completa en el enlace de descarga…
Oremos.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y hacer lo que Jesús nos dirá, Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo y se cargó de nuestros dolores para guiarnos a través de la cruz, a la alegría de la resurrección.
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén.
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