“El hombre y la humanidad buscan continuamente justicia; es éste un proceso perenne y una tarea de importancia suma” (San Juan Pablo II).
Educar en la virtud de la Justicia es también educar en el conocimiento de nuestros propios derechos y nuestros deberes como seres humanos; y el primer paso es que cada uno asuma sus deberes reales con respecto a los demás. De lo contrario, podemos caer en querer buscar grandes soluciones ideales para problemas globales y dejar de lado las obras diarias de justicia con los que tenemos más cerca: padres, hermanos, amigos, compañeros…
Reconocer nuestros deberes hacia los demás y los derechos inherentes a toda persona, nos ayudará a identificar lo que es justo, lo que es bueno y apropiado en cada momento, para que nuestros actos no respondan a decisiones caprichosas, realizadas en función del estado de ánimo o de los intereses del momento. Sólo obrando así podremos empezar a ser considerados como justos, constructores de una sociedad más humana y mejor en nuestro entorno.
“Es necesario que cada uno de nosotros pueda vivir en un contexto de justicia y, más aún, que cada uno sea justo y actúe con justicia respecto de los cercanos y de los lejanos, de la comunidad, de la sociedad de que es miembro… y respecto de Dios” (San Juan Pablo II).
Oremos.
Dios te salve María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo.
Bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Que tengáis un buen día.
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